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Lo que pienso, lo que leo, lo que dicen, lo que deduzco e induzco, lo que imagino, lo que noto, lo que oigo, lo que veo, lo que sé y lo que no sé sobre la voz y la comunicación.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Si quieres convencerme: baila conmigo.





El poder de la isopraxis


Las neuronas espejo son neuronas motoras que  permiten copiar lo que vemos o escuchamos, posibilitando así el aprendizaje por imitación y también la comunicación. 
Gracias a ellas podemos imitar la forma de estar sentado, de colocar los brazos, de inclinar la cabeza, el tono, el volumen de la voz, o en definitiva, la forma o la manera de cualquiera de los elementos que el otro muestra en la interacción, y con ello contribuir a crear un clima de mayor confianza.  Si nos encontramos parecidos sabemos que somos de la misma especie, y eso nos tranquiliza.
Sin embargo, negociar, seducir, convencer, persuadir, modificar la conducta del otro…  exigen no solo que el otro no nos perciba como a un depredador, sino que además pueda aceptarnos, aunque sea temporal y circunstancialmente, como  jefes de la manada para permitirnos conducirlo.
Lograr que el otro modifique su punto de vista, su actitud, sus convicciones, sus emociones…  requiere pues ganar su confianza y para ello no sirve simplemente con copiarlo, sino que habrá que establecer una imitación sutil y dinámica, basada en la escucha minuciosa de la calidad y modo de sus gestos, posturas, elementos paralingüísticos, manejo proxémico, háptica… que nos conduzca al acompasamiento. 


La isopraxis es como el acompasamiento que se da en un armonioso baile en pareja. En  un  baile, como en una interacción comunicativa, hay un diálogo de cuerpos que pueden o no acompasarse, que pueden o no escucharse.
Si ambos cuerpos intentan imponer su tempo, sus cadencias, su ritmo, es decir, si no hay isopraxis, será complicado que puedan bailar juntos. Solo si al menos uno de los dos escucha al cuerpo del otro y amolda el suyo, lograrán danzar con armonía.  Y solo una vez logrado ese acompañamiento armonioso será posible cambiar de ritmo, de dirección,  coger las riendas y conducir al otro, si es eso lo que queremos. 



En un interesante y ameno artículo del neurociéntifico Paul McLean (El encuentro de las mentes.) podemos leer:

"La isopraxis se refiere a la situación en la que dos o más individuos asumen un comportamiento y se comunican entre si a través de la realización de una misma actividad. (…) se puede definir el término “especie” como un grupo de animales que ha adquirido genéticamente la capacidad perfecta de imitarse a si mismo. No podemos dejar de recalcar que la isopraxis es básica para mantener la identidad de una especie o de un grupo social. El niño autista es el ejemplo mas claro de los efectos devastadores de la incapacidad para la imitación. Por el contrario, los niños con retardo mental pueden mostrar una disposición considerable para la imitación, lo que ha sido beneficioso en el aprendizaje de habilidades.” 





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