No puedes hablar relajado ni respirar con la “barriga”.
Todos los cursos, talleres, seminarios, másters, etc. que conozco dirigidos a la mejora de las habilidades comunicativas sea de actores, de directivos, de formadores, de vendedores, de abogados o de cualesquiera otros comunicadores, incluyen invariablemente contenidos sobre la relajación y la respiración y ello cuando la evidencia lo que demuestra no es sólo que ni una cosa ni la otra producen beneficios en las habilidades comunicativas, sino que en la mayoría de las ocasiones el empeño en lograr emisores relajados y respirando a pleno pulmón provoca un detrimento de las habilidades cuyo desarrollo persiguen.
Anteriormente he argumentado de manera extensa en contra de la relajación, insisto ahora en que cuando ésta se intenta “exportar” desde la reconfortante sesión a una situación comunicativa, lo único que se logra es que la incompatibilidad entre ambos estados (relajación/acción) produzca mayor tensión, tics motores o cualquier suerte de automatismos producidos por un cuerpo al que no estamos permitiendo estar del todo en lo que se presupone debería estar.
Otro tanto ocurre con las tediosas sesiones de la encima mal llamada “respiración diafragmática”, o “respiración con el abdomen”, donde al sufrido aspirante a buen comunicador, buen cantante o buen actor, se le hace perder el tiempo con ejercicios respiratorios encaminados a establecer la inspiración nasal, (nada útil para el habla por el tempo lento que provoca, y porque hace descender al velo del paladar y a la laringe), profunda , (tal vez adecuada para atravesar piscinas a nado, pero absolutamente perjudicial para la emisión de la voz y la palabra por el exceso de presión que genera) y el control de la salida del aire ( lo cual es llamativo porque este control se vuelve tanto más complicado cuanto más aire se ha tomado, es decir cuanto más profunda ha sido la inspiración. Así conforme el aspirante va acercándose al objetivo de lograr una respiración profunda, va alejándose de lograr controlar su salida y en el camino obtendrá una rigidez abdominal que le garantizará la sensación de nudo en la garganta cada vez que ponga en marcha sus logros respiratorios. Porque los falsos pliegues vocales se lanzan a cerrar la tráquea cuando el organismo realiza esfuerzos y manejar esos volúmenes de aire es un gran esfuerzo.)
Al terminar el curso, taller… el asistente que pretenda aplicar lo aprendido sobre la relajación y la respiración a contextos comunicativos reales se encontrará con las dificultades expuestas y, como espero haber dejado claro, tendrá suerte si no logra ejercitarlas.
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